Colorifix ha teñido con éxito verdes y naranjas este año, añadiéndolos a una paleta de pigmentos de la naturaleza.
Desde el rojo vivo de la pluma de un loro hasta los azules y morados de ensueño de las plantas índigo, la naturaleza es un derroche de color. Tiene un espectro que satisface incluso a los humanos más a la moda, pero ¿y si hubiera una forma de copiar naturalmente todos estos tonos? Eso es precisamente en lo que está trabajando la empresa británica Colorifix: un proceso de teñido de tejidos que utiliza los códigos de ADN de los colores de la naturaleza y enseña a los microbios a recrearlos.
A sus fundadores, Orr Yarkoni y Jim Ajioka, les motivó un viaje de investigación a Nepal en 2013, donde comprobaron el impacto tóxico de los tintes de síntesis química en los ríos de Katmandú. Una década después, Colorfix ha sido reconocida como finalista en 2023 del Earthshot, el premio mundial de medio ambiente creado por el príncipe Guillermo de Gran Bretaña. Nos pusimos en o con la empresa para saber más sobre la solución de reducción de residuos y sus logros desde que saltó a la palestra mundial.
¿Cómo se 'cultiva el color' a partir de la naturaleza?
Antes del siglo XIX, los tintes para tejidos se obtenían de plantas y cultivos naturales, y la ropa de colores se consideraba un lujo. Colorifix "devuelve a la industria de la moda a sus raíces", en palabras de su director general, Yarkoni, pero con un conjunto de herramientas del siglo XXI para descubrir nuevos pigmentos. Empieza por identificar un color interesante creado de forma natural por un animal, una planta o un microbio. Buscando en bases de datos públicas, los científicos encuentran las "instrucciones" para crear ese color en el código de ADN del organismo.
A continuación, insertan ese código en microbios creados mediante bioingeniería, como la levadura, que se alimentan con azúcar y nitrógeno en biorreactores, de forma similar a como se elabora la cerveza. Con el tiempo, estas "fábricas microscópicas de color" pueden crear cientos o miles de litros de colorante. Por último, el contenido del fermentador se bombea a máquinas tintóreas estándar junto con el hilo, el tejido o la prenda que se va a teñir.
Ampliar el teñido sostenible
"El apoyo del Premio Earthshot no sólo válida el impacto de nuestra solución, sino que también nos conecta con la red necesaria para esta fase crucial", afirma Andreas Andren, responsable de desarrollo empresarial de Colorifix. Los finalistas, 15 cada año en cinco categorías, participan en el programa acelerador de 12 meses del premio, que incluye os con inversores y ayuda para superar obstáculos.
"La biotecnología es fantástica, pero en general es cara de gestionar y ampliar", explica Andren. Parte de la innovación que teníamos que poner en juego era el hardware para que la biotecnología fuera competitiva con la fabricación de productos químicos básicos". "Tener que resolver ese problema además de desarrollar nuestra tecnología principal -el teñido propiamente dicho- fue sin duda el mayor reto".
¿Cómo se patenta una solución "natural"?
La solución de Colorfix constituye un interesante caso de propiedad intelectual. Patentar organismos recreados mediante tecnología de ADN es complicado, por lo que la empresa ha patentado su proceso de producción, depósito y fijación del tinte en el tejido. "Para aprovechar todas las ventajas de nuestra tecnología, como la flexibilidad y la paridad de costes, una tintorería tendrá que instalar nuestros biorreactores patentados in situ", afirma Andren.
¿Se enfrenta la empresa a las empresas tradicionales del sector? "Estamos recibiendo más atención de los fabricantes de productos químicos sintéticos", afirma. "Algunas buenas, otras no tanto, pero el hecho de que empiecen a prestar atención es sin duda una señal de que vamos por buen camino".
¿Cómo están limpiando la industria de la moda los tintes sostenibles?
Colorifix tiene capacidad operativa en Europa y Sudamérica -repartida entre varios fabricantes- y aspira a estar operativa en el sur de Asia en el plazo de un año. Se ha asociado con marcas de moda como Pangaia y Vollebak para comercializar productos teñidos con su tecnología y empezar a aumentar la demanda de tintes sostenibles en toda la cadena de suministro. Hay otros "grandes nombres en proyecto", dice Andren, pero por ahora la empresa se guarda sus cartas. Lo mismo ocurre con los nuevos colores que está preparando.
Sin embargo, revela, han conseguido teñir de verde y naranja durante la primera parte del año. Y el equipo está ampliando su aplicación a nuevos materiales, como Spiber, hecho de proteína de seda de araña, y Circulose, una pulpa de celulosa alternativa. Los nuevos colores se unirán a la paleta primaria de Colorifix, compuesta por tres pigmentos: uno detectado en las plantas Indigo; otro, Blushing Rose, producido por bacterias submarinas; y un tercer pigmento nacido de bacterias y hallado en el suelo y los sedimentos de las profundidades marinas, denominado Sunlit Sand.
Colorear nuestra ropa con estos tintes naturales supondría un enorme avance para una industria que actualmente contamina y colorea la naturaleza -como el río Msimbazi de Tanzania- con productos químicos. Los tintes naturales de Colorifix reducen la contaminación química en un 80% y, cuando se aplican a los tejidos, requieren muchos menos aclarados que los tintes sintéticos, con el consiguiente ahorro de grandes cantidades de agua.