El Sónar itió que al menos 50 artistas y colectivos han retirado su participación en protesta por estos lazos. Entre las ausencias más destacadas se encuentra la Universitat Pompeu Fabra.
El festival Sónar, reconocido como uno de los eventos más emblemáticos de música electrónica y cultura digital, enfrenta una tormenta de críticas a pocas semanas de su celebración del 12 al 14 de junio. La controversia gira en torno a la vinculación del festival con el fondo de inversión KKR, señalado por promover inversiones inmobiliarias en territorios palestinos ocupados, lo que ha provocado una ola de cancelaciones entre artistas y colectivos.
En un comunicado reciente, el Sónar itió que al menos 50 artistas y colectivos han retirado su participación en protesta por estos lazos. Entre las ausencias más destacadas se encuentra la Universitad Pompeu Fabra, que canceló su colaboración en el evento paralelo Sónar+D, aumentando la presión sobre los organizadores.
Una polémica que alcanza al Viñarock y a otros festivales
La controversia no es exclusiva del Sónar. Otro festival de renombre, el Viñarock, también ha sido criticado recientemente por su relación con fondos de inversión como KKR y Superstruct Entertainment. En este caso, la polémica se centra en la adquisición, en 2024, de Superstruct Entertainment, empresa matriz del Viñarock, por parte de KKR por 1.300 millones de euros.
Este vínculo ha sido denunciado por artistas emblemáticos del festival como Reincidente o Sons of Aguirre, quienes anunciaron su retirada permanente del cartel. Según estas bandas, la conexión con KKR contradice los valores de justicia social y derechos humanos que históricamente han defendido tanto ellos como el propio festival.
El Sónar se defiende pero con medias tintas
El Sónar intentó mitigar la crisis reiterando su postura solidaria con el pueblo palestino. En un comunicado, el festival aseguró que "ni un euro del certamen" apoya acciones en Gaza y que todos los beneficios se reinvierten en futuras ediciones del evento. Además, subrayaron que su relación con KKR es indirecta y puramente istrativa, derivada de la compra del festival por Superstruct Entertainment en 2018, que más tarde pasó a manos de KKR en 2024.
El festival ha tomado medidas como permitir símbolos de apoyo al pueblo palestino dentro del marco legal y estudiar la posibilidad de reembolsar entradas a quienes deseen cancelar su asistencia por motivos éticos. Sin embargo, estas acciones no han logrado calmar a un público cada vez más crítico.