Un estudio revolucionario ha revelado que las icónicas pinturas del techo de los polícromos de la cueva de Altamira son mucho más antiguas de lo que se pensaba anteriormente, con una datación que se remonta a más de 30.000 años
Un estudio revolucionario ha revelado que las icónicas pinturas del techo de los polícromos de la cueva de Altamira son mucho más antiguas de lo que se pensaba anteriormente, con una datación que se remonta a más de 30.000 años, situándolas en el período Gravetiense o incluso antes.
Esta investigación, publicada en la prestigiosa revista 'Journal of Archaeological Science', y que verá la luz en el volumen 179 físicamente en junio de 2025, transforma nuestra comprensión del arte paleolítico y establece un nuevo marco temporal para estas expresiones artísticas declaradas Patrimonio de la Humanidad.
La Cueva de Altamira, situada a 158 metros sobre el nivel del mar en la cima de una pequeña zona montañosa adyacente a la cercana llanura costera cántabra, fue el primer sitio donde se descubrió y publicó la existencia de arte rupestre paleolítico. Este hallazgo, realizado por Sanz de Sautuola en 1880, fue inicialmente incomprendido y controvertido, no siendo reconocido hasta principios del siglo siguiente.
El al interior de la cueva se realiza a través de la galería principal, con una extensión de aproximadamente 300 metros que se abre a varias cámaras y galerías. La disposición horizontal de la geología de piedra caliza laminada significa que la cueva tiene poca circulación de agua y prácticamente carece de actividad de espeleotemas.
Un legado artístico milenario
El descubrimiento más impactante del estudio revela que los famosos polícromos no fueron creados en un solo momento histórico, sino que representan una tradición artística que se desarrolló a lo largo de miles de años. Esta continuidad demuestra la importancia cultural y espiritual que este espacio tenía para nuestros antepasados del Paleolítico Superior.
El proyecto internacional 'First Art' ha reunido a un equipo multidisciplinar que incluye expertos del Museo de Altamira y especialistas de diversas regiones y países como Extremadura, Madrid, China, Australia, Portugal, Reino Unido y Alemania. Esta colaboración internacional ha permitido aplicar tecnologías de vanguardia al estudio de uno de los tesoros arqueológicos más importantes de Europa.
Convivencia de arte figurativo y simbólico
Una de las conclusiones más significativas del estudio es que desmiente la teoría secuencial que sugería que el arte simbólico precedió al figurativo. Los resultados confirman que ambas formas de expresión artística coexistieron desde las primeras etapas del Paleolítico Superior en la Península Ibérica. Esta revelación modifica sustancialmente nuestra comprensión de la evolución del arte prehistórico y la capacidad cognitiva de nuestros antepasados.
Innovación metodológica y resultados de la datación
Para alcanzar estas conclusiones, los investigadores emplearon una sofisticada técnica de datación por series de uranio-torio en las costras calcíticas que recubren las pinturas. Este método, que ya había sido utilizado anteriormente en Altamira, ha sido ahora validado y refinado, ofreciendo datos más precisos y confiables sobre la antigüedad de estas expresiones artísticas.
Las nuevas muestras analizadas han proporcionado datos muy precisos. La muestra ALT22-SP1B arrojó una edad mínima de 32.790 ± 4.830 años para los signos claviformes, mientras que las muestras ALT20-SP03 y ALT20-SP04 proporcionaron edades mínimas de 22.600 ± 70 años y 32.020 ± 170 años para los caballos pintados en rojo. Estos resultados confirman las edades previamente publicadas para el Techo de los Polícromos mediante el mismo método.
Validación científica de las fechas
Un aspecto crucial de este nuevo estudio es que ha servido para verificar la validez de las dataciones anteriores obtenidas por series de uranio. Las muestras fueron procesadas en un laboratorio completamente independiente de la controversia científica previa, y se analizaron áreas que ya habían sido datadas en 2012, verificando así tanto su validez como la del método de uranio-torio, que en este caso se aplicó con ciertas mejoras.
Entre estas mejoras se incluye la determinación de un valor medio más preciso para la actividad detrítica 230Th/232Th, obtenido mediante el análisis de tres muestras sedimentarias, que se utilizó para corregir las edades proporcionadas por las costras carbonatadas, así como la aplicación de ablación láser en una de ellas.
Los resultados obtenidos no solo confirman la excepcional antigüedad de las pinturas, sino que también refuerzan el valor universal excepcional que justificó la inclusión de la cueva de Altamira en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.