Los trabajadores de esta joya histórica del Imperio Otomano, que en el siglo XX conectaba Europa con las ciudades sagradas de Arabia Saudí, confían en que recupere su antiguo esplendor.
La estación de tren de Qadam, en Damasco, fue en su día el orgullo de la capital siria: un vínculo esencial entre Europa y la península arábiga durante el Imperio Otomano y, posteriormente, un centro de tránsito nacional. Pero más de una década de guerra la ha transformado en una ruina llena de marcas de balas y escombros.
El personal que queda de la estación espera que las líneas ferroviarias puedan revivir tras la caída del régimen de los Al Assad el pasado mes de diciembre. El maquinista Mazen Malla guía a los periodistas a través de vagones de tren carbonizados y talleres dañados por las explosiones.
Malla creció cerca de la estación: su padre, sus tíos y su abuelo también trabajaban en Qadam. Con el tiempo él mismo comenzó a conducir trenes, llegando a pasar más de 12 horas al día en el trabajo. "Vemos el tren como parte de nuestra vida", dijo. "No veía a mis hijos tanto".
La estación de Qadam fue la punta de lanza de la emblemática línea de tren de Hiyaz, construida bajo el mandato del sultán Abdulhamid II a principios del siglo XX. Este recorrido ferroviario unía a los peregrinos musulmanes de Europa y Asia, atravesando lo que hoy es Turquía hasta la ciudad sagrada de Medina, en la actual Arabia Saudí.
Pero esa maravilla de la ingeniería duró poco. El ferrocarril pronto se convirtió en objetivo de los combatientes árabes en un levantamiento armado durante la Primera Guerra Mundial respaldado por Gran Bretaña, Francia y otras fuerzas aliadas, quienes finalmente derribaron al Imperio otomano.
La guerra destrozó la estación
En las décadas siguientes, Siria utilizó su tramo nacional de esta línea para conectar Damasco y su segunda ciudad principal, Alepo, además de unirse al país vecino, Jordania. Pero la guerra la destrozó después de la represión de Al Assad contra los manifestantes que exigían mayores libertades civiles. "El Ejército convirtió esto en una base militar", dice Malla. Los trabajadores como él fueron destinados a otros puestos.
El ferrocarril de Siria nunca recuperó su antigua prosperidad bajo la dictadura de Bachar al Assad, y Malla se mantuvo alejado mientras los militares mantenían el control de Qadam. Ahora él y otros esperan que el tren pueda ser recuperado tras esta etapa oscura y convertirse en una parte central de la recuperación económica de Siria después de la guerra y el aislamiento internacional.
Alrededor del 90% de la población de Siria, compuesta por más de 23 millones de personas, vive en la pobreza según Naciones Unidas. La infraestructura está muy dañada y las sanciones occidentales, impuestas durante la guerra, aún no han comenzado a levantarse, a la espera de las acciones que tome la nueva istración islamista.
Turquía, gran ganadora del conflicto geopolítico, ha expresado interés en restaurar la línea ferroviaria a Damasco como parte de los esfuerzos para impulsar el comercio y la inversión. "Espero que pronto haya oportunidades laborales para que mi hijo pueda trabajar aquí", dice Malla. "De esa manera podrá revivir la herencia de su padre, su tío, su abuelo y su bisabuelo".